domingo, 23 de diciembre de 2012

Mi llegada

Llegué a Acuarïe un día de verano, hace unos tres años. El atardecer cubría de dorado toda la playa en la que pasaba las vacaciones de aquel verano que cambiaría tanto mi vida. El mar estaba tranquilo, suaves ondas recorrían la superficie del agua y yo paseaba sola por la arena, descalza, la playa estaba extrañamente desierta y yo me sentía feliz en aquel lugar, oyendo tan sólo la brisa y las pequeñas olas romper en la orilla. 
Aunque iba vestida con unos "shorts" y una camiseta, sentí calor y la necesidad de mojar los pies en el agua refrescante, y así lo hice. En cuanto mi piel tocó el agua, sentí cómo el calor remitía, abandonaba mi cuerpo y suspiré, hacía tiempo que me pasaba eso. Vale, ya sé que nuestro cuerpo necesita el agua para vivir y que alivia nuestra sed, pero a mí me ocurría algo... diferente. No sé cómo explicarlo, yo necesitaba el agua para vivir, era mi centro, era mi necesidad en todos los sentidos. Espero que podáis entender más o menos lo que quiero decir, es difícil explicarlo.
El agua lamía mi piel y me sentía completa, cerré los ojos y suspiré, estaba relajada y contenta, casi sin darme cuenta, el agua me llegaba por encima de los tobillos y la cruzaba sin apenas salpicar. Miré mar adentro y mi boca se abrió, sorprendida. Ante mí, una figura avanzaba desde el mar hacia la playa, concretamente hacia el lugar donde me había parado en seco. 
Era una mujer, sus cabellos eran largos y tenían un extraño tinte azulado. Su cuerpo era delgado y esbelto, y lo cubría un extraño vestido verdoso de palabra de honor que descendía desde su cuerpo hacia la superficie del mar, como si el mar entero formara parte de la falda. Era impresionante, pero lo verdaderamente extraño era una especie de máscara que tapaba su rostro, parecía de plástico pero brillaba como si estuviera hecha de plata.  
La mujer siguió avanzando, impasible, mis sentidos parecieron despertar y comencé a retroceder hacia la arena, asustada. Vale, me encantaba leer y mi imaginación tenía la fuerza suficiente para "ver" lo que los autores describían en los libros de fantasía, que eran mis favoritos, y en más de una ocasión algún personaje misterioso había surgido de la nada como Pedro por su casa, pero una cosa era imaginarlo y otra muy distinta, vivirlo.
Cuando le quedaban tan sólo uno o dos metros para tocar la orilla, la mujer paró, justo para estar lo más cerca posible de mí, pero sin salir del agua. Entonces yo también paré, aunque sólo había retrocedido unos pasos de mi posición inicial, al observar a la mujer más cerca. Podéis pensar que es una locura pero aquella desconocida despertaba en mí la confianza, la seguridad, y casi me atrevo a decir el cariño que se tiene con un... un... familiar ¡Hala! Ya está dicho, aquella mujer me hacía sentir como en casa. 
Cuando habló, su voz sonó como cuando se habla bajo el agua, burbujeante, pero yo la entendía. Sabía que no hablaba en mi idioma, pero aún así, la entendía:
-Saludos, Cielo sobre Agua- Vale, aquello sí que era raro, sabía mi nombre, mi extraño nombre.- No te asustes, soy de confianza.
Parecía que sonreía tras la máscara, que resultaba ser de un material inusual, era una especie de "sólido-líquido", sólido porque se ajustaba perfectamente sin moverse un poquito de su posición inicial sobre el rostro de la mujer, y líquido porque parecía crear ondas en su superficie, como el mar que presenciaba aquella extraña escena. La mujer continuó:
-Mi nombre es Atlantia y soy la soberana del reino de Acuarïe, situado en el mundo de Ialanthilïan, donde vive la Bella Gente o como nos llaman los humanos, las hadas.
Mi cara tuvo que ser un poema, ¿acababa de decir "hadas"? Aquello era de locos, ¿cómo iba a ser aquella mujer un ser fantástico? Pero lo fuerte es que, algo dentro de mí le daba toda la razón a lo que aquella mujer decía, convenciéndome poco a poco. Miré alrededor por si era una cámara oculta o un grupo de niños que se estuvieran riendo de mí, que me estuvieran hubieran gastado una broma... Pero la playa seguía igual de desierta que antes, me giré hacia la mujer y pude balbucir:
-¿Pe... pero... y... sus... alas?- me di un tortazo mental, ¿eso era lo único que se me ocurría preguntar en aquel momento? ¿Por las alas? Nada de su aparición entre las aguas, ni de esa máscara tan rara, ni qué leches de reino era Acuarïe... Qué va, yo tenía que preguntar por las alas de aquella supuesta "hada".
A Atlantia se le borró la sonrisa de la cara, a día de hoy no sé todavía el por qué, y contestó:
-Cielo sobre Agua, siento decepcionarte, pero tengo una manía y es que en el mundo de los humanos o nemhiries, como los llamamos nosotros, no despliego jamás mis alas. Tan sólo en Ialanthilïan o Faerie, supongo que ése nombre te sonará más.
Así era, Faerie sí sonaba a hada, pero ¿Ilanthilïan? Aunque, siendo sincera, Faerie me pareció un nombre vulgar en comparación con Ilanthilïan, que sonaba más... mágico:
-Supongo que tendrás millones de preguntas, pero serán contestadas poco a poco, lo primero que debes saber es que no eres quién crees ser.
-¿Perdón?- Genial, ahora era un extraterrestre o un bicho raro.
-No eres humana, Cielo sobre Agua, bueno, sí lo eres en apariencia, pero tu alma no lo es. 
Atlantia calló, supuse que era para dar dramatismo, y continuó solemnemente:
-Eres una acuarïe, como yo, perteneces al reino de Acuarïe, al del mar profundo y las aguas bellas. Formas parte del pueblo de la Bella Gente- Atlantia me tocó el hombro, su mano era húmeda.
De repente, algo dentro de mí se revolvió, inquieto y me llevé la mano al pecho. Sintiendo cómo algo ansiaba por salir e... inundar, sí esa era la palabra, con su fuerza mi cuerpo. Caí en la arena y cerré los ojos, tenía ganas de gritar pero, a la vez, no podía porque me ahogaba. Me faltaba el aire de repente, algo me cogió en brazos y se lanzó conmigo al agua, perdí el conocimiento, aprisionada por las palabras y el tacto de aquella mujer.
Desperté al oír una voz junto a mi oído:
-Cielo sobre Agua, despierta, despierta...
Abrí los ojos y vi el rostro de Atlantia sobre mí, medio sonriendo, todos los recuerdos se apelotonaron en mi mente y me caí de la cama en la que estaba tumbada, del salto que di. Pero algo no encajaba allí, vale, estaba en una habitación con un tocador, un espejo, una cama... lo que se llama una habitación normal y corriente pero había algo en el ambiente que no cuadraba, miré por la ventana y sentí cómo mi corazón dejaba de latir por un segundo.
Estaba en un palacio bajo el mar.
Los bancos de peces de colores pasaban libres junto a mi ventana y los corales brillaban con la luz del sol que llegaba de la superficie, a la izquierda, se distinguía una construcción que parecía un antiguo templo griego, con sus columnas y todo y, a la derecha, una gran torre de mármol que brillaba, gloriosa. Podía sentir el agua rodeándome y dándome una especie de... ¿bienvenida? Miré a Atlantia, y esta asintió:
-Bienvenida de nuevo a tu hogar, Cielo sobre Agua. Bienvenida a Acuarïe.

Continuará...

viernes, 21 de diciembre de 2012

Acuarïe, simplemente...

Me presento, mi nombre es Cielo sobre Agua, aunque mis amigos me llaman sencillamente Aqua. Os preguntaréis (excepto aquellos que ya me conocen) quién es esta desconocida que se pone a hablaros aquí como aquel que pasea por su casa. Pues bien, soy una acuarïe, sí, sí, tal y como lo oyes, una acuarïe. 
Una acuarïe es un habitante del reino de Acuarïe, situado en el mundo de Ilanthilïan, el mundo de, como nos llamáis vosotros, los nemhiries, las hadas. Aunque para nosotras esa palabra es como un insulto, por lo que nos hacemos llamar la "Bella Gente". 
Pues bien, el reino de Acuarïe, mi hogar desde hace un tiempo, es algo parecido a la imagen que podéis ver como fondo de este blog. Está sumergido en un profundo e inmenso océano de aguas bellas en plan "Atlántida". Aunque no siempre fue así. Pero esa es otra historia.
Vale, ahora viene lo fuerte, yo antes era nemhirie, de hecho lo sigo siendo pero, a veces, como ahora, la acuarïe que llevo dentro sale y lo inunda todo con sus poderes, los del agua. Por eso, para hacer que esa acuarïe que vive dentro de mí se libre de todas las historias y pensamientos que le van ocurriendo a lo largo de su vida, he creado este blog, aquí siempre os hablará mi parte de acuarïe, no de nemhirie. Lo único que hará la parte de nemhirie es encender el ordenador, abrir la cuenta de blogger y empezar a teclear su historia, la mía... La de las dos.

Espero que os guste descubrir conmigo aún más mi parte de acuarïe.
Nos vemos bajo las aguas... 

Chicas del Diario de Laila Winter, este blog va especialmente por vosotras.
Bárbara G. Rivero, autora de la maravillosa saga que me hizo descubrir mi parte "Ialanthilïana", simplemente gracias.